domingo, 3 de junio de 2012

HOLA MUNDO!


   Soy Gustavo Vergara, cocinero: tengo 41 años y esta es mi historia
Empecé a cocinar gelatinas cuando descubrí lo fascinante que era convertir el agua en colores solidos y brillantes tenia 8 años y era para mi un universo único como la paleta de colores de un pintor. Mi abuela Lola (Asturiana) era la mejor cocinera que conocí de su cocina salía la comida mas sencilla y preciosa que uno pueda imaginar , platos que había en casi todas las casas, hechos como en ninguna otra. Algunas tarde nos hacia torrejas de una perfección imposible no había doble lectura ni amaneramientos en su cocina era rotunda y exquisita, yo su nieto favorito comía con ella los dos solos en su pequeña cocina sobre la mesa Ferrun blanca con una guarda vichy verde que aun guardo: en una ceremonia secreta que es el mas precioso de mis recuerdos y la mejor parte de mi formación.
A los diez ya hacia tortas y mandados charlaba con la señora que vendía especias y me regalaba caramelos, conocía por el nombre al verdulero, al carnicero y nunca mas deje de estar entre ollas, mercados y sartenes con Petrona como una diosa absoluta educándome desde Buenas Tardes Mucho Gusto siempre con los ojos ávidos y las papilas curiosas de información culinaria. En las mañanas mama limpiaba con delicada furia y envidiable pasión la casa mientras escuchaba la opera Carmen & a Nat King Cole. Otras veces cruzaba toda la ciudad desde Avellaneda a Saavedra en el Falcon de papa escuchando tangos y enamorándome cada día mas de esta preciosa ciudad que los dos amamos tanto. Luego de la primaria quise estudiar Arte pero mis padres vislumbraban para mi la industria metalúrgica, por unos años me esforcé en un ENET que era la antigua Mansión un caudillo al sur de Barracas, hasta que una profesora de geografía luego de yo dar una clase especial sobre Francia llamo a mi madre para que me librase de ese tedio, de ahí me fui a un Bachiller y de ahí al Turismo para conocer el mundo. Una vez terminados los estudios supe que a Europa los guías no llegaban desde Buenos Aires y empecé a estudiar cocina con Alicia Berguer en una época donde casi no había escuelas de cocina y los restaurantes eran otra cosa. Con el jopo y la osadía de mi juventud y con el sueño de viajar empecé paralelamente a dar clase de cocina para niños a las que se fueron agregando sus padres y luego estos me pedían comida y si querer cocinaba menues enteros para familias que atesoraban es sus freezers. Comidas para fiestas, ceremonias y festejos cuando la palabra evento no se usaba y la palabra catering no existía. Guardando todo el dinero que desparramaría en un largo viaje a Europa.
A mi regreso empecé a trabajar en restaurantes siempre como Cocinero en Jefe no tuve otra opción alguien que había estudiado en esas épocas era algo extraño y así pasaron un pequeño ramillete de restaurantes que me dejaron en el mío propio: El Beverly Bar. Eran los resabios del festival Menemista del 1 a 1 un país diferente, mi único propósito era hacer comida rica, muy rica…. desnuda en su belleza, sin fritos, sin minutas, sin papas fritas, bifes, ni asado, con un menú de 4 opciones que cambiaba a diario y viajaba por todo el mundo, la gente temía a las pechuguitas thai, desconocían los roll´s y nunca habían subido a un abismo tan sabroso como la altura de las tartas que ofrecíamos, ensaladas como plato único era una rareza sin igual, los Brownies no eran mas que una palabra complicada, el café era caliente y los Bagel´s un secreto. Una fiesta como el aroma del pan recién horneado la gente venia a Beverly a poner a festejar sus papilas y con el correr de los meses leíamos nuestras palabras en otras menues del mismo barrio... y algunos años mas tarde por toda la ciudad.
 Y de repente la gente ya casi no tenia dinero y bailaba al ritmo de los Patacones y para sortear la tristeza volví a dar clases ya en mi bar por algunos años. Las cosas cambian y hace un ratito nomas decidimos con mi socia vender Beverly luego de casi 13 años y emprender otros caminos.
Y acá estoy con 20 años de carrera pensando que uno siempre esta buscando lo mismo: contar su historia desde las cosas que aprendió, que vivió, de la manera en que todo comenzó como lo hacíamos mi abuela y yo en su pequeña cocina los dos charlando de comida aprendiendo y comiendo rico, viajando a España soñando con París, escuchando tangos y buscando la belleza en la que nos dejan las cosas que se hacen con dedicación y empeño para el otro. Es por eso ahora vuelvo a las clases de cocina pero esta vez secretas en mi casa, yo seré Lola para vos….están todos invitados 

GUSTAVO VERGARA

1 comentario:

  1. he comido tu comida en Beverly, gorda de alma y de cuerpo me ha salido saliva de simplemente leer tus menues. Llegue buscando las recetas ligh y nuevamente estoy salivando como el perro de pavlov al leer las descripciones de Olivatta.
    Larga vida: tratare de emular sin recetas, las cebollas acarameladitas para las ensaladas, las zanahorias agridulces y las cosas ricas que hacian que una lechuga no fuera una lechuga sino una fiesta.

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