Soy Gustavo Vergara, cocinero: tengo 41 años y esta es
mi historia
Empecé a cocinar gelatinas cuando descubrí lo
fascinante que era convertir el agua en colores solidos y brillantes tenia 8
años y era para mi un universo único como la paleta de colores de un pintor. Mi
abuela Lola (Asturiana) era la mejor cocinera que conocí de su cocina salía la
comida mas sencilla y preciosa que uno pueda imaginar , platos que había en
casi todas las casas, hechos como en ninguna otra. Algunas tarde nos hacia
torrejas de una perfección imposible no había doble lectura ni amaneramientos en
su cocina era rotunda y exquisita, yo su nieto favorito comía con ella los dos
solos en su pequeña cocina sobre la mesa Ferrun blanca con una guarda vichy
verde que aun guardo: en una ceremonia secreta que es el mas precioso de mis
recuerdos y la mejor parte de mi formación.
A los diez ya hacia tortas y mandados charlaba con la
señora que vendía especias y me regalaba caramelos, conocía por el nombre al
verdulero, al carnicero y nunca mas deje de estar entre ollas, mercados y
sartenes con Petrona como una diosa absoluta educándome desde Buenas Tardes
Mucho Gusto siempre con los ojos ávidos y las papilas curiosas de información
culinaria. En las mañanas mama limpiaba con delicada furia y envidiable pasión
la casa mientras escuchaba la opera Carmen & a Nat King Cole. Otras veces
cruzaba toda la ciudad desde Avellaneda a Saavedra en el Falcon de papa
escuchando tangos y enamorándome cada día mas de esta preciosa ciudad que los
dos amamos tanto. Luego de la primaria quise estudiar Arte pero mis padres
vislumbraban para mi la industria metalúrgica, por unos años me esforcé en un
ENET que era la antigua Mansión un caudillo al sur de Barracas, hasta que una
profesora de geografía luego de yo dar una clase especial sobre Francia llamo a
mi madre para que me librase de ese tedio, de ahí me fui a un Bachiller y de
ahí al Turismo para conocer el mundo. Una vez terminados los estudios supe que
a Europa los guías no llegaban desde Buenos Aires y empecé a estudiar cocina
con Alicia Berguer en una época donde casi no había escuelas de cocina y los
restaurantes eran otra cosa. Con el jopo y la osadía de mi juventud y con el
sueño de viajar empecé paralelamente a dar clase de cocina para niños a las que
se fueron agregando sus padres y luego estos me pedían comida y si querer cocinaba
menues enteros para familias que atesoraban es sus freezers. Comidas para
fiestas, ceremonias y festejos cuando la palabra evento no se usaba y la
palabra catering no existía. Guardando todo el dinero que desparramaría en un
largo viaje a Europa.
A mi regreso empecé a trabajar en restaurantes siempre
como Cocinero en Jefe no tuve otra opción alguien que había estudiado en esas
épocas era algo extraño y así pasaron un pequeño ramillete de restaurantes que
me dejaron en el mío propio: El Beverly Bar. Eran los resabios del festival
Menemista del 1 a 1 un país diferente, mi único propósito era hacer comida
rica, muy rica…. desnuda en su belleza, sin fritos, sin minutas, sin papas
fritas, bifes, ni asado, con un menú de 4 opciones que cambiaba a diario y
viajaba por todo el mundo, la gente temía a las pechuguitas thai, desconocían
los roll´s y nunca habían subido a un abismo tan sabroso como la altura de las
tartas que ofrecíamos, ensaladas como plato único era una rareza sin igual, los
Brownies no eran mas que una palabra complicada, el café era caliente y los
Bagel´s un secreto. Una fiesta como el aroma del pan recién horneado la gente
venia a Beverly a poner a festejar sus papilas y con el correr de los meses
leíamos nuestras palabras en otras menues del mismo barrio... y algunos años
mas tarde por toda la ciudad.
Y de repente la gente ya casi no tenia dinero y
bailaba al ritmo de los Patacones y para sortear la tristeza volví a dar clases
ya en mi bar por algunos años. Las cosas cambian y hace un ratito nomas
decidimos con mi socia vender Beverly luego de casi 13 años y emprender otros
caminos.
Y acá estoy con 20 años de carrera pensando que uno
siempre esta buscando lo mismo: contar su historia desde las cosas que
aprendió, que vivió, de la manera en que todo comenzó como lo hacíamos mi
abuela y yo en su pequeña cocina los dos charlando de comida aprendiendo y
comiendo rico, viajando a España soñando con París, escuchando tangos y
buscando la belleza en la que nos dejan las cosas que se hacen con dedicación y
empeño para el otro. Es por eso ahora vuelvo a las clases de cocina pero esta
vez secretas en mi casa, yo seré Lola para vos….están todos invitados
GUSTAVO VERGARA

he comido tu comida en Beverly, gorda de alma y de cuerpo me ha salido saliva de simplemente leer tus menues. Llegue buscando las recetas ligh y nuevamente estoy salivando como el perro de pavlov al leer las descripciones de Olivatta.
ResponderEliminarLarga vida: tratare de emular sin recetas, las cebollas acarameladitas para las ensaladas, las zanahorias agridulces y las cosas ricas que hacian que una lechuga no fuera una lechuga sino una fiesta.